Qué es la viticultura heroica y por qué, según un estudio, está en peligro

Qué es la viticultura heroica.
Qué es la viticultura heroica.

Se desarrolla en zonas que por su relieve no permiten la intervención de ningún tipo de maquinarias. Su origen está dado por la dificultad que implica cosechar en estos paisajes.

En ciertos terrenos, la viticultura se convierte en un desafío heroico que debe superar importantes obstáculos geográficos. El CERVIM define a la viticultura heroica como aquel que se ejecuta en terrenos con más del 30% de pendiente, a altitudes superiores a 500 metros o en terrazas.

Sí, terrazas. Algunos ejemplos son los viñedos de Conegliano y Valdobbiadene, cuna del prosecco en Italia, y los de Pantelleria, isla protegida por la UNESCO. En España, la Ribeira Sacra, La Axarquía, El Priorato y Cangas son ejemplos destacados.

Viñedos en terrazas, imagen ilustrativa.
Viñedos en terrazas, imagen ilustrativa.

Sin embargo, un estudio de la Universidad de Padua alerta sobre la amenaza que enfrenta esta práctica. El cambio climático, con eventos extremos y sequías prolongadas, impacta negativamente, especialmente en áreas con más del 30% de pendiente. El profesor Paolo Tarolli destaca el riesgo no solo para los productos agrícolas y el paisaje, sino también para la historia y raíces culturales de comunidades enteras.

La conexión entre las personas y el entorno, reforzada por el esfuerzo requerido en estas áreas, es esencial. El estudio subraya la importancia de preservar la relación cultural y tradicional en la viticultura heroica. Advierte que las grandes empresas podrían poner en peligro esta conexión valiosa y que los agricultores, enfrentando condiciones extremas, podrían abandonar la actividad si los beneficios económicos no son significativos, lo que podría acentuar el éxodo rural.

El riesgo para los autores del estudio, no es perder un producto agrícola o ver cómo se transforma el paisaje, algo que ya de por sí impactaría negativamente en la economía local. El auténtico peligro es “perder la historia de comunidades enteras y sus raíces culturales”. Y es que los investigadores se muestran convencidos de que “el gran esfuerzo requerido para gestionar estas áreas refuerza la conexión específica entre el ser humano y el medio ambiente”. Por eso muchas de estas zonas son reconocidas por sus singularidades culturales y por el conocimiento tradicional de sus habitantes.

Es evidente que hay que proteger como sea estos lugares. Y los investigadores tienen varias ideas de cómo de hacerlo, desde comunicaciones estratégicas diseñadas para unir a científicos, agricultores y consumidores hasta soluciones en los propios cultivos, como pequeños sistemas de almacenamiento de agua integrados en los paisajes de viñedos que evitan la escorrentía y retienen el agua para el futuro uso.

También ponen el foco en la importancia de la educación de las nuevas generaciones sobre los beneficios de la realidad rural, la necesidad de preservar el patrimonio cultural, vivir en equilibrio con el medio ambiente y tener un enfoque sostenible de la agricultura.

La clave del éxito radica en combinar el conocimiento tradicional de los enólogos con la innovación y el rigor científico”, afirman los autores. “De esta manera, las granjas pueden trabajar en estrecha colaboración con los científicos para optimizar las inversiones para obtener un paisaje agrícola más funcional, sostenible y seguro, una alianza ganadora para enfrentar estos diversos desafíos naturales y antropogénicos”, concluyen.

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