Vinos para descubrir: rosado para la primavera

Estación que celebra la vida. Se renuevan los ánimos, hay perfumes de flores en el ambiente y las comidas son más ligeras. Siempre he tenido en mente que a los vinos que se degustan en invierno (tintos con taninos poderosos o blancos fermentados en barricas) les siguen los rosados para disfrutarlos en primavera.

¿Por qué los vinos rosados en la primavera? Si bien se toman todo el año, especialmente apenas salen al mercado, cobran protagonismo en la primavera con sus tonalidades sutiles, los delicados aromas y sabores frutales que acompañan platos sencillos.

Tienen la ventaja de poseer una estructura más interesante que un blanco, con el plus de una gran paleta aromática. Al decir de algunos autores, los rosados tienen “alma de blanco y cuerpo de tinto”.

¿Qué variedades se utilizan? 

Las rosadas y todas las tintas. En nuestro medio, las que elaboran nuestras bodegas son Cabernet Franc, Cabernet Sauvignon, Grenache, Malbec, Merlot, Pinot Gris, Pinot Noir, Sangiovesse Y Syrah, entre otras.

Algunas bodegas hacen sus rosados con intervención de dos o más cepajes y paso por madera, en ciertos casos. Estos son los que más me emocionan, porque poseen la tipicidad de cada varietal y son una explosión de complejidades, dentro de la simplicidad de vinos fáciles de beber.

¿Cómo se elabora el vino rosado?

Luego de llegar la uva a la bodega, se procede al estrujado y se mantienen en contacto los hollejos con su jugo apenas unas horas. El color de los vinos tintos está en las pieles, por lo que según sea el tiempo de maceración, las tonalidades serán tenues o de mayor intensidad.

Aquí surgen algunos nombres para denominar esos vinos: “ruborizado”, “vino de una noche”, “piel de cebolla”, “piel de bebé”, “cobrizo”, “salmón” o simplemente “rosé”. La metodología de elaboración es la misma que para un vino blanco.

La autora Silvia Avagnina
La autora Silvia Avagnina

Otros vinos para esta estación

Muy interesantes son los elaborados con maceración carbónica, porque se presentan jóvenes, con aromas totalmente frutales. En este sistema, el proceso de fermentación se inicia únicamente con levaduras autóctonas que vienen en las uvas y se realiza en dos etapas.

La primera tiene una duración de entre una y dos semanas. Se colocan los racimos enteros en vasijas con una atmósfera saturada de anhídrido carbónico, produciéndose la fermentación intracelular, porque comienza parcialmente en el interior de cada grano de uva.

En la segunda etapa, el mosto es separado de las partes sólidas y sometido a la habitual fermentación alcohólica. Estos vinos poseen menos cuerpo, son más ligeros y menos ácidos. Tienen color violáceo intenso y son pobres en polifenoles, lo cual hace que sean fáciles de beber.

El Torrontés, una buena opción
El Torrontés, una buena opción

El infaltable Torrontés

Es otro de los vinos para disfrutar en primavera. Muy perfumado, con aromas que recuerdan a los moscateles, siendo típica del cepaje la nota de flor de azahar. Estudios realizados sobre la composición aromática muestran los terpenos responsables de estos aromas, como flores de geranio, jacinto y rosa.

Estos vinos se aprecian gratamente en los días que se perfilan cálidos y a no dudar, son una agradable compañía.

*La autora es Enóloga, ex Investigadora en Vitivinicultura y Enología del INTA. Especialista en Análisis Sensorial y socia de A.MU.V.A.

Las opiniones vertidas en este espacio no necesariamente coinciden con la línea editorial de Diario Los Andes”.

Nota: El presente artículo es extraído del publicado por la autora en Correveidile La Voz de Chacras el 13 de Noviembre 2020.

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