Viñedos antiguos: el rol clave del paso del tiempo para lograr vinos de alta calidad

viñedos antiguos
viñedos antiguos

La reciente historia de la vitivinicultura del país ha contribuido a que cada vez más bodegas busquen preservar el patrimonio histórico que pueden significar las plantas más añejas.

El rol del viñedo en el resultado final del vino es clave. Así lo afirman los expertos en la materia que bien saben que el cuidado y el manejo que le den a cada una de las plantas será determinante en el líquido que después depositen en cada botella. Pero el cuidado no es el único factor, entre otros tantos, encontramos que la edad de cada vid también juega los suyo.

A pesar de que la cambiante historia de la vitivinicultura argentina ha hecho que menos del 10% de las más de 200.000 hectáreas plantadas en el país tengan una edad superior a los 61 años, es posible encontrar varios ejemplos en el mercado que se han propuesto continuar el legado -en algunos casos centenario- de esas vides, elaborando vinos de la más alta gama.

Historias centenarias

Mucho se suele escuchar que detrás de cada botella hay una historia, pero no son muchas en Argentina aquellas que tienen al descorcharlas un relato de una antigüedad de más de cien años. Dentro del selecto grupo de bodegas que cuentan con viñedos plantados hace un siglo y que siguen activos encontramos a Achaval Ferrer, quienes buscan transmitir todo su legado, aprendizaje y trabajo en la línea Achaval Ferrer Fincas.

Esta línea se presenta como el reflejo de la interpretación de la tierra y la conjugación con la sabiduría que solo el paso del tiempo puede otorgar. Compuesta por tres Malbecs con características muy distintivas encontramos el Achaval Ferrer Finca Bella Vista, la más antigua de la bodega, plantada 1910; el Achaval Ferrer Finca Mirador, proveniente del Este provincial y plantada en 1921; y el Achaval Ferrer Finca Altamira, el más novel de la líne que data de 1950.

“Cuando elaboramos grandes ejemplares, el tiempo cumple un rol fundamental, porque los viñedos añosos tienen sus recuerdos, solo hay que saber escucharlos para obtener lo mejor de ellos”, dijo Gustavo Rearte, el enólogo detrás de estos vinos

Además de la edad de los viñedos, aquí se suma otro factor distintivo, el añejamiento de por lo menos cinco años. Así, recién ha presentado la añada 2016. “Los vinos más prestigiosos de Europa son aquellos que las bodegas comparten con el mundo luego de haber permanecido algunos años en sus botellas, porque para que esas selectas riquezas nos brinden vinos memorables, el tiempo de estiba en botella una vez terminada la crianza en barricas es considerado un factor clave para elaborar vinos de clase mundial”, sostuvo el enólogo de la bodega lujanina.

El rescate de lo viejo en lo nuevo

La historia de Kaikén en Argentina empezó hace menos de 20 años, cuando el enólogo chileno Aurelio Montes tomó el rumbo de los caiquenes (gansos silvestres) que vuelan sobre la Patagonia, entre Argentina y Chile, y cruzó la cordillera con el propósito de elaborar grandes vinos combinando las excepcionales condiciones de la zona de Mendoza con el trabajo y talento de profesionales argentinos y chilenos.

A pesar de que en tiempos vitivinícolas hablamos todavía de un proyecto joven, el haberse ubicado en la privilegiada zona vitivinícola de Vistalba, le permitió al socio fundador de Viña Montes en Chile y a su equipo acceder a viñedos antiguos, con más de 125 años, con un sistema de conducción de espaldero bajo, ubicados en este distrito de Luján de Cuyo.

De ahí, solo de sus uvas Malbec elaboran Mai, el vino ícono de la bodega que se distingue por su elegancia y complejidad.

Como explicaron desde la bodega, este Mai, que en su añada 2018 ha conseguido reconocimientos internacionales como la medalla de oro y 95 puntos en el International Wine Challenge (IWC), posee un gran carácter tras reposar 18 meses en barricas nuevas de roble francés. Presenta taninos suaves y una gran persistencia en el paladar. Puede disfrutarse de inmediato o también esperar su evolución para beberlo, ya que dada su gran estructura y volumen posee un potencial de guarda que supera los 15 años. Precio sugerido: $4.900.

Old Vines salteño

El rescate del patrimonio de viñedos antiguos también se extiende en el norte del país. Más precisamente en Salta, El Esteco pone en valor el fruto de sus plantas más añejas, con más de más de siete décadas de edad, en la línea Old Vines, compuesta por cuatro vinos que rinden culto a la sabiduría y al terroir que han dejado su sello en cada vid.

“Al caminar por esos parrales y ver las plantas añosas, de troncos gruesos y marcadas nervaduras, retorcidas por el paso del tiempo es imposible no remontarse al pasado y pensar en la labor que hicieron nuestros abuelos, hace más de 70 años”, confesó Alejandro Pepa, enólogo de la bodega. Y agregó: “Es un privilegio descubrir estos tesoros, ponerlos en valor y dejar que ellos mismos cuenten su historia”.

Con un desarrollo a través del tiempo con una intervención mínima del hombre y con un tratamiento especial para su elaboración, los cuatro exponentes que forman esta línea de vinos premium del Valle de Cafayate son Old Vines Torrontés, la más antigua cepa que data de 1945; Old Vines Malbec, del 1946; Old Vines Cabernet Sauvignon, plantado en el año 1947; y Old Vines Criolla, con plantaciones que datan del año 1958.

El responsable de la agronomía de estas plantas, Francisco Tellechea, contó: “Seleccionamos las plantas marcando aquellos sectores que sobresalen por su vista, forma, sanidad de uva y finalmente por los sabores de sus frutos”.

“Una vez realizada la selección, decidimos el día de su cosecha. Adicionalmente, estas vides tienen un tratamiento particular y aislado dado que las personas encargadas de recolectarlas tienen que encontrar y cosechar las plantas elegidas”, completó.

El recomendado de Guarda14

Siguiendo con la temática de los viñedos más antiguos que podemos encontrar a lo largo y ancho del país, el recomendado de la sección en este segmento es el Achaval Ferrer Finca Mirador 2016, del cual solo se elaboran 1.500 botellas.

Este vino proviene de una finca centenaria plantada en 1921 sobre un lecho de río seco en Medrano, en el corazón del Este provincial a 700 metros sobre el nivel del mar. En Finca Mirador se destaca la imponente exposición al sol, la arena de su suelo y un calor furioso. Aunque el agua ya no corre a través de este río seco, una brisa fresca si desciende todas las noches de verano ayudando a mantener la acidez natural de este estructurado Malbec.

Se trata de un ejemplar elaborado por el enólogo Gustavo Rearte, que pasa 15 meses en barricas de roble francés nuevas, que logra un núcleo de fruta negra, grato y especias, que mostrará toda su complejidad cuando con el paso del tiempo despliegue todas las capas.

Muy valorado por la crítica, con 95 puntos para Tim Atkin o 94 para James Suckling, el precio sugerido a la venta es de $14.500.

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