Vinos patagónicos: entre la frescura y la exploración de nuevos terroirs

Los vinos tranquilos se han ganado su espacio y hasta han logrado el mejor blanco de Argentina para la crítica.
Los vinos tranquilos se han ganado su espacio y hasta han logrado el mejor blanco de Argentina para la crítica.

En la región más austral del país la tradición marca el predominio de los espumosos, sin embargo, los vinos tranquilos se han ganado su espacio y hasta han logrado el mejor blanco de Argentina para la crítica.

Hablar de la Patagonia Argentina es casi un sinónimo de vinos espumosos o Pinot Noir. Podríamos decir que esta asociación no es incorrecta, pero lo cierto es que hoy los vinos de la región van más allá de este estilo o de ese varietal. Incluso, recientemente un vino blanco de la región fue elegido por la crítica como el mejor del país.

Entre los tintos Malbec y Cabernet Sauvignon no pueden faltar, pero también se destacan algunos Merlot y la estrella de los cultivos, el Pinot Noir. En las variedades blancas, encontramos algunas de las típicas como el Chardonnay, Torrontés, Sauvignon Blanc, pero también hay algunas cepas de Gewürztraminer.

Integrada por cinco provincias, la actividad vitivinícola se desarrolla en tres de ella: Neuquén, Rio Negro y Chubut. A pesar de ser identificados bajo el sello patagónico, debido a su extensión -representa el 33% de la superficie nacional- la región presenta una diversidad que hace que los vinos varíen de una provincia a la otra.

San Patricio del Chañar en Neuquén, el Alto Valle de Río Negro, en la provincia que lleva el nombre del cauce o Sarmiento en Chubut, son solo algunas de las microregiones que se destacan en la Patagonia argentina y que recorreremos de manera imaginaria por algunos minutos.

La cuna del mejor blanco de Argentina

Desde el viñedo más austral del país llegó el mejor blanco de Argentina este año. Por lo menos así lo consideró el crítico chileno Patricio Tapia en su Guía Descorchados 2021, donde el Otronia Block III & VI Chardonnay 2018 se llevó 98 puntos, la calificación más alta para un vino de su categoría.

Otronia es de los proyectos más jóvenes y serios de la Patagonia. Ubicada en el paralelo 45´33, en la localidad de Sarmiento, casi en el límite de Chubut con Santa Cruz, esta bodega nació con el objetivo de hacer vinos de terroir en condiciones extremas. Su nombre proviene del Lago Otron, la denominación que le daban los pobladores originarios al Lago Musters, ubicado hacia el Oeste de los viñedos.

Según comentó el director Comercial de la bodega, Máximo Rocca, inicialmente nació como un proyecto de espumantes, pero la experiencia de las cosechas los llevó a cambiar el rumbo, dándole un mayor protagonismo a los vinos tranquilos, ya que la madurez que alcanza la fruta hace que su vinificación fluya sin inconvenientes. Además, la bodega lanzó este año una línea de espumosos.

Este año la producción podría superar las 11.000 cajas anuales, pero su potencial es de 25.000. Este posible crecimiento se explica en parte en la productividad de los viñedos que crece año a año. En un 80% fueron plantados entre 2010 y 2015, cuando los creadores del proyecto decidieron tomar el terreno inhóspito y comenzaron a transformarlo en un oasis productivo que en 2017 dio la primera cosecha comercial. A lo largo de más de una década de trabajo, se fueron incorporando nuevos viñedos, como por ejemplo un cuarto de hectárea de malbec que se transformó en el más austral del mundo para este varietal.

Entre sus viñedos que cuentan con certificación orgánica se pueden encontrar pinot noir y chardonnay, gewürztraminer, pinot gris, merlot, torrontés y malbec.

El terroir de Sarmiento presenta algunos rasgos que lo hacen único dentro la vitivinicultura argentina. El primero de ellos es el riesgo de heladas que está presente durante todo el año. Esta característica hace que la temperatura sea entre tres y cuatro grados por debajo del promedio del Valle de Uco. Para combatirlo se utiliza un sistema mixto de riego por goteo y por aspersores para proteger las plantas.

Otro rasgo distintivo de la región es la potencia y constancia de los vientos que pueden llegar a superar los 100 kilómetros por hora. A raíz de esto, los viñedos de Otronia se encuentran rodeados por una barrera de álamos y cada vid se encuentra cubierta por una malla. En términos de productividad, esto produce un mayor estrés en las plantas, crecimientos más lentos y menores rendimientos, aunque le da una piel más gruesa y en consecuencia un gran potencial aromático.

Un tercer factor, clave para la madurez de las uvas, es la extensión de los días durante el verano. El hecho de tener tantas horas de sol colabora a completar el ciclo vegetativo de las vides.

Los suelos también juegan un papel importante. El lugar donde está ubicada Otronia presenta hasta cinco tipos de suelos distintos en la viña. Uno de los más destacados es el lacustre, consecuente de la influencia del Lago Musters.

El Pinot Noir como bandera

Ubicada en San Patricio del Chañar, en Neuquén, la bodega Familia Schroeder elabora alrededor de dos millones de litros de vino, una producción que se comparte en partes iguales entre vino tranquilo y espumantes y tiene como estrella indiscutida al Pinot Noir.

Familia Schroeder cuenta con 140 hectáreas de viñedos, divididas en: 50,7 ha. de Malbec, 30 ha. de Pinot Noir, 18 ha. de Cabernet Sauvignon, 1,5 ha de Merlot, 8,1 ha. de Chardonnay, 6 ha. de Sauvignon Blanc y 3,56 ha de Torrontés.

“San Patricio del Chañar es un terruño con características propias para la elaboración de vinos únicos y distintivos. Naturalmente tiene baja incidencia de granizo. Gracias a la latitud patagónica, 39º sur, no se necesita buscar la altura de los cultivos. Marcado por el lecho del río Neuquén, el suelo de esta zona tiene diferentes composiciones y la pureza del agua de este río es la que provee el sistema de riego por goteo de los viñedos”, explicó Ramiro Guiroy, Ingeniero Agrónomo de Familia Schoeder. Además, detalló que la amplitud térmica también tiene su protagonismo y ayuda a una maduración progresiva y escalonada, manteniendo una importante acidez natural de las uvas.

Para Leonardo Puppato, enólogo de la bodega, el Pinot Noir es la variedad que identifica a la Patagonia y a Familia Schroeder. “Somos una bodega que es especialista en Pinot Noir y trabajamos mucho en la búsqueda de los mejores clones y adaptación a nuestros suelos para elaborar los mejores en diferentes estilos”, dijo Puppato.

“Hoy competimos de igual a igual frente a los Pinot Noir de las regiones más famosas del mundo como Borgoña y Champagne en Francia, Oregon y Washington en EEUU o algunos muy buenos de Nueva Zelanda. En Patagonia se dan con un perfil frutal, floral, fresco y con una acidez natural firme y marcada, son Pinot Noir vivaces”, manifestó el enólogo.

Tierra de espumantes

Pasando al Alto Valle de Río Negro, en General Roca, nos encontramos con Bodega Agrestis, un proyecto familiar que el 80% de lo que produce corresponde a vinos espumantes, mientras que el resto corresponde a vinos tranquilos.

Norberto Ghiraldelli, propietario de la bodega, comentó que por la naturaleza de su proyecto las variedades más cultivadas en las 11 hectáreas que posee son Chardonnay, Pinot Noir y Gewürztraminer. Esto les da unas 30.000 botellas de espumantes y 10.000 de vinos tranquilos.

“La zona es la región vitivinícola del país más apta para los espumantes, así lo defienden técnicos especializados en la materia al estudiar el clima, los suelos y la adaptabilidad de las variedades”, sostuvo Ghiraldelli.

El empresario bodeguero aseguró que el desarrollo vitivinícola de Río Negro ha vivido una transformación hacia variedades de alta calidad enológica. Por su experiencia, aseguró que se trata de una vitivinicultura familiar y muy antigua, algo que distingue a la provincia de las otras que integran la Patagonia.

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