El boicot estadounidense al vodka ruso: golpe a la industria o medida ejemplificadora

Varios estados anunciaron la prohibición del famoso destilado de origen ruso. Cómo impacta en la industria y qué conclusiones se pueden sacar.

El repudio al accionar militar ruso en Ucrania llegó a todos los ámbitos. Primero fue la condena social y política, luego llegaron las primeras sanciones económicas. De relevancia internacional se sucedieron condenas deportivas al país. Y ahora, el boicot llegó a las bebidas espirituosas, específicamente al vodka.

El destilado es la bebida rusa por excelencia. Aunque hemos descrito con anterioridad que su origen no está esclarecido, sabemos que está muy asociado al país, que es el histórico productor.

También hemos descrito cómo llegó a internacionalizarse. Y es que las etiquetas rusas de este destilado se encuentran por todos lados, principalmente Estados Unidos, país que hoy se posiciona en la vereda geopolítica opuesta.

La noticia llegó hace días, cuando se conoció que en este país se dejaría de vender vodka ruso.

Vale decir que un reporte reciente del Concejo de Destilados y Espirituosos de Estados Unidos reveló que la preferencia de consumo en este mercado es del vodka. Seguido por el tequila que, por supuesto, en silencio festeja. Si es que hay algo por festejar.

Sin tener en cuenta esto, fueron varios los estados que avanzaron en la prohibición del vodka ruso. De hecho, el gobernador de New Hampshire, Chris Sununu, se manifestó al respecto de la decisión.

Otros países han tomado medidas similares. Sin embargo, la pregunta que cabe hacerse es: ¿se trata de un verdadero golpe a la producción rusa o es un elemento propagandístico que se funda en el valor simbólico de la bebida? Para analizarlo, hay que ver cuál es el mapa de la comercialización internacional.

Lo primero y más importante a decir al respecto es que a pesar de su origen, el vodka se consolidó tanto que otros países han experimentado con el destilado y el resultado es el surgimiento de etiquetas valoradas a nivel internacional. Estados Unidos es uno de los mejores productores.

Según datos del propio Concejo (identificado por sus siglas en inglés DISCUS), el vodka facturó 7.000 millones de dólares en ventas en 2021 y los que efectivamente tienen origen ruso solo aglutinan el 1% de esas ventas. Esto se contradice mucho con la rimbombancia de la noticia. De hecho, algunas marcas de origen ruso elaboran la bebida en otros países, incluido Estados Unidos. Como la mundialmente reconocida Smirnoff. Es decir, sería un perjuicio para la propia industria norteamericana siempre que no esté bien custodiado el criterio de prohibiciones.

De hecho, para Rusia ni siquiera es un golpe duro en su economía, teniendo en cuenta que no es ni de cerca el producto que más exporta, ni ocupa un lugar muy importante en la manufactura local. A pesar de ser, por lo general -alternando con otros países-, el principal exportador.

En cualquier caso, es un mensaje de la política que en contexto de guerra necesita intervenir en todos los planos. O como lo diría la primera ministra de Lituania, Ingrida Šimonytė: “nuestro boicot no causará grandes daños a los empresarios de Putin, pero es una cuestión de principios: nuestro pueblo no financia a quienes financian la guerra”.

Igualmente, puede ser un especie de atentado contra el destilado mismo. Siempre que está muy asociado a Rusia y sus connotaciones. Y el consumidor, que ha demostrado preferirlo, no tiene por qué saber la procedencia de cada etiqueta.

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