Los secretos para descubrir los aromas de un buen vino

El sentido del olfato es a veces tan potente y otras, tan “falluto”... Pero todo depende de cuanto practiquemos el oler y recordar.

¿Cuántas veces nos ha pasado que cuando tenemos una copa de vino en frente llegamos a detectar un aroma, pero se nos queda “en la punta de la lengua”, y no lo podemos describir? Y otras veces es aún peor: sentimos olor “a vino” y no podemos discernir ningún aroma en particular.

Obviamente también tenemos esos casos de alta inspiración de nuestra memoria olfativa y “éxito” en el reconocimiento y descripción de los aromas. En esta nota quiero compartir con ustedes algunos secretitos para que, aunque no seamos expertos, podamos mejorar nuestro olfato.

Los sentidos son complejos y tienen sus caminos internos (más que caminos, laberintos) de los cuales no somos conscientes. Para que una molécula odorante salga del vino, llegue a nuestra nariz y que nosotros podamos decir “esto tiene aroma a…” tienen que darse ciertas condiciones.

Primero, las pequeñas moléculas tienen que salir del vino (con oxígeno), ser arrastradas por el aire, llegar a nuestro sensor que es el bulbo olfativo, y recién ahí empieza el viaje interno. Primero pasa por el sistema de “alerta”, que nos dice si es un alimento que se puede comer o tomar; después por el recuerdo emocional y, por último, se hace consciente y lo podemos reconocer.

Un camino extremadamente largo pero que ocurre en menos de un segundo. Lo bueno es que nosotros podemos hacerle la vida más fácil a nuestro olfato con los siguientes tips.

Jugar a reconocer

Hoy en día, con lo apurados que andamos, no nos detenemos a prestar atención a las miles de señales que nos llegan a través de los sentidos. Ahí están incluidos los aromas.

Uno de los secretos iniciales de un buen catador es tomarse unos segundos para reconocer aromas por separado. ¿Voy a tomar un té de manzanilla? Huelo. ¿Voy a comer miel? Huelo. ¿La salsa lleva romero? Huelo. Seguramente está pensando que tiene que ver eso con el vino. Bueno, muchos de esos aromas están en los vinos. Y si no están, también es divertido usar el olfato. La constante repetición de olfatear ayuda a nuestra memoria olfativa.

Meter la nariz en la copa

Muchas veces, por cuestión de estilo y elegancia, solo olfateamos los vinos desde fuera de la copa. Grueso error.

La “cámara” de la copa es donde se concentran los aromas, por lo que tenemos que ayudar a nuestro sensor, la nariz, acercándolo a la fuente de aromas. Así que no dudes y meté la nariz en la copa.

Respirar profundamente

Las partículas aromáticas tienen como vehículo al aire, por lo que al respirar profundamente logramos que más moléculas lleguen al bulbo olfativo. Muchas veces, para reconocer un aroma, se tiene que pasar un umbral de concentración de las moléculas. Así la cuenta es simple, más aire, más moléculas, más concentración… Voilá!..más chances de reconocer un aroma.

Agitar o no agitar ¿qué es lo mejor?

Las dos cosas. Los aromas necesitan oxígeno para desprenderse del vino, pero no todos. Así que, sin agitar al principio, podremos olfatear algunos; y agitando e incorporando oxígeno, saldrán otros.

Tapar la boca de la copa con la mano

Este es un truco muy efectivo para concentrar aromas. Consiste en tapar la boca de la copa con la mano y agitar con cuidado. Si luego seguimos al pie de la letra los tips anteriores de esta nota, seguramente algún aroma reconoceremos.

Este es un secreto sorprendente, porque hasta las personas que dicen tener muy mal olfato, algún “Eureka” hacen.

¿Y todo esto, para qué?

El poder reconocer aromas se utiliza para determinar la calidad de la bebida, para compatibilizarla con nuestros gustos, para elegir mejor la comida con la cual la vamos a acompañar, para que sea un interesante tema de conversación (hasta incluso de seducción), para demostrar nuestro refinamiento, etc, etc.

Lo que no hay que perder de vista es que, reconocer aromas en el vino, desde el punto de vista del consumidor, es un juego muy divertido.

Perfil

Francisco González Antivilo forma parte del mundo del vino desde hace 18 años. Escribe y comparte. Se ha formado y trabajado en distintas áreas que aportan a la industria vitivinícola, como la comercialización, la producción y la docencia. Tiempo después de recibirse de ingeniero agrónomo comenzó su formación para recibirse de Doctor en Ciencias Biológicas, trabajando como científico por varios años. Hoy, trabaja en su empresa de I+D para el sector agrícola como gerente. www.frangonzalezantivilo.com / @frangonzalezantivilo

“Las opiniones vertidas en este espacio no necesariamente coinciden con la línea editorial de Diario Los Andes”.

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